Dentro de las tres principales causas de estrés figura la mudanza. Yo acabo de transitar una mudanza; una de las tantas, porque a lo largo de la vida pasamos por muchas mudanzas.
Mudarse implica, ante todo, tomar una decisión. Si bien la mudanza puede ser elegida libremente o puede ser resultado de una disposición de otros o de una circunstancia específica, siempre nos obliga a tomar una decisión. Querer cambiar algo, necesitar una mejora, buscar nuevas perspectivas, necesitar nuevos aires, abrirse a otras posibilidades, implica un proceso más o menos largo de transformación.
Luego de este proceso, comienza una carrera agobiante, vertiginosa, y muy movilizante: buscar un nuevo lugar, acondicionarlo, pensar qué queremos llevar y qué dejar, revisar cosas guardadas durante años, recordar, emocionarse, añorar, desprenderse, soltar. Casi, sin pensarlo estás envuelta en trámites, documentación, canastos, cajas y cajitas, bolsas, bolsitas y bolsones, elecciones y dudas. En muy poco tiempo vuelve a pasar por tus manos, delante de tus ojos, toda tu historia, con los mejores y los peores momentos. En muy poco tiempo hay que encontrar un nuevo lugar para esas historias. Esto es muy intenso… hasta que llega el duro momento de partir, de dejar atrás el espacio que te dio seguridad, que te dio refugio, tu casa. Hay que cerrar la puerta.
Es en estos momentos en los que aparecen algunas personas que te acompañan a transitar por la memoria de los buenos recuerdos, pero principalmente, de los duelos; porque mudarse implica un gran duelo. Mudarse duele. Yo encontré mucha gente que me acompañó en presencia o con un mensaje, que me ayudó, que trabajó incansablemente, que trató con mucho respeto los pedacitos de mi vida que iban apareciendo, que supo ponerse en mi lugar, que me alentó, me ordenó y me abrazó, que me escuchó y comprendió, que lloró conmigo y rió a carcajadas. El gran trabajo y el gran duelo de mudarse serían insoportables sin esas personas que te sostienen, te alientan, te muestran otras posibilidades, te dan lo mejor de sí.
Mudarse es mucho más que cambiar tus cosas de lugar. Mudarse es una experiencia vital que se reedita a lo largo de la vida. Las mudanzas reales también nos ponen en contacto con las mudanzas del alma, con las mudanzas casi cotidianas que te ayudan a crecer.
Mudarse también es construir sueños y soñar momentos, es despertar esperanzas y esperar lo nuevo, es creer en la vida y querer vivir más plenamente.
Gracias Carlos, Lara, Santi, Gra, Ale, Dany, Claudia, Laly, Sofi y a todas y todos los que acompañaron con el corazón.