Tan femenino

Ser feminista es un bajón. Ni bien lo decís te miran con cara rara. Y, claro, al pensar en feminismo (después de la urticaria) muchos lo relacionan con un grupo de mujeres trastornadas que odian a los hombres y viven peleándose con todos y todas. Ni tan así.

En primer lugar, hablamos de feminismos. En plural, sí. Es decir, la comprensión de lo femenino, sus sujeciones y formas de liberación y equidad no son iguales en todos los grupos. De tal manera que cuando estás frente a una mujer o grupo de mujeres que se autodefinen como feministas vas a tener que prestar mucha atención para entender de qué se trata.

En segundo lugar, creo que los feminismos más auténticos intentan la equidad de derechos y oportunidades para mujeres y hombres. Es bien interesante el trabajo de muchos hombres que a partir de las ideas de las distintas oleadas feministas han comenzado a re-pensar sus masculinidades (también en plural, como te darás cuenta).

Creo en mi “ser femenino” como lo que más me representa, pero que aún no está acabado. Sigo descubriéndome como mujer y como feminista. Me interesan los temas de las mujeres, los que nos permiten contactarnos más auténticamente con lo que somos y sentimos, con aquello que nos libera y humaniza. Me interesa seguir manteniendo la mirada alerta, crítica, descontracturada frente a diferentes formas de opresión.

Tan femenino es ese espacio en el que podemos decir, soñar, atrevernos, de-construir y volver a pensar y encontrar nuevos sentidos a lo femenino. Las margaritas son flores simples, ellas con su sencillez serán nuestra guía, sin pretensiones, con apertura y disponibilidad. Las múltiples voces serán nuestras maestras, la sabiduría de otras estará presente en cada rincón. ¡Vamos!

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